martes, 15 de agosto de 2017

Demonio de fantasia



El atardecer llenó de tonos rojos y naranjas el bosque. Las hojas crujían ligeramente bajo el peso de aquel hombre silencioso que parecía flotar. Caminaba suavemente cubierto por una capa de viaje de color carmín oscuro, del mismo tono de la sangre seca. La capucha baja ocultaba completamente el rostro del mago que cruzaba aquel bosque.
Poco a poco los árboles que encontraba a su paso estaban más escasos de hojas por el otoño. Mientras la luz del sol moría tras las montañas, las sombras se apoderaban de aquel bosque, que poco a poco se convertía en un paisaje lleno de árboles desnudos y de troncos malformados. Las ramas a la mortecina luz de la luna se elevaban como manos suplicantes de almas agonizantes tratando de alcanzar un consuelo inexistente.
Algunas ramas se atoraban en la capa de viaje del mago, intentando detenerlo en su viaje. Sin embargo el mago de capa carmesí no se inmuto ante los dedos rugosos de los árboles que salían a su paso.
El mago se detuvo de pronto. Tomo un puñado de tierra que había cerca de sus pies, y murmuro un conjuro antiguo con voz ronca y susurrante. Soplo la tierra que sostenía en su palma, y de inmediato la tierra voló como impulsada por una brisa suave. Y mientras la tierra se elevaba por los aires, frente al mago, se materializo una torre de piedra, como si una niebla invisible se retirara y dejara expuesta la fría piedra a la mirada del mago.
El mago toco la puerta de madera con la palma de la mano y, la puerta se desmenuzo en miles de astillas que se reintegraron nuevamente en una puerta, cuando el mago hubo cruzado la entrada. El mago saco de capa de viaje una pequeña vara con un cristal de cuarzo transparente y pronuncio una palaba mágica, enseñada a los hombres por el Dios del fuego, y el cuarzo brillo con la intensidad de una estrella nocturna. El Mago subió por las escaleras de piedra hasta el nivel más alto de la torre y encontró a otra figura encapuchada en una capa negra.
-Te esperaba- Dijo la figura con una voz suave como brisa marina.
-La última prueba te espera. Has pasado con éxito la prueba de la sabiduría, y la prueba del poder. Pero para ser un verdadero mago, para ser aceptado en la Orden de la alta hechicería, debes aun pasar la última prueba. ¿Estás listo?-
El mago carmesí estuvo mudo por unos segundos. – Estoy listo-
-Entonces entra- respondió el mago negro, y abrió la puerta.
El mago carmesí entro en la habitación que estaba a oscuras. Solo por una abertura en el techo entraba un nítido rayo de luna, que iluminaba el piso justo en medio de la habitación.
El mago carmesí estaba desconcertado. No había nada. A comparación de las otras pruebas, esta habitación no tenía nada, estaba vacía. Giro para preguntar al mago negro cual era el inicio de la prueba. El Mago negro estaba de pie en la puerta, levanto su mano y el silencio se rompió por un conjuro suave, como el susurro que queda en el bosque después de una noche de tormenta. En su palma se formó una pequeña esfera brillante. Por primera vez el rostro demacrado el magro negro se pudo apreciar ante la luz suave de la pequeña esfera.
-Bien mago.- dijo con voz potente- esta es tu prueba final. Enfrenta el conjuro del Demonio de fantasía- y dicho esto soplo sobre la pequeña esfera de luz, que se convirtió en una mariposa brillante que se movió en la palma del mago y después alzo el vuelo. La mariposa volaba de forma pausada hacia el rayo de luna que caía en medio de la habitación. Cuando toco la luz de la luna, la mariposa exploto en un sinfín de mariposas brillantes que dejaban caer un polvillo como de diamante, que muy pronto se convirtió en una bruma brillante. El mago carmesí pronto se vio envuelto en aquella bruma.
De repente, la luz de la luna se convirtió en una luz brillante como el medio día, y alrededor del mago se dejaron ver arboles robustos y llenos de hojas verdes, el piso de piedra de pronto fue un manto de hierba y musgo suave, flores se abrían tachonando el piso de colores.
De pronto uno de los arboles más robustos emitió un ruido sordo y el tronco se abrió y de su interior salió un hombre.
El mago reconoció en seguida a un leñador que conoció un par de meses atrás, en un pueblo junto al lago de la Estrella. El leñador era un hombre grande y fuerte. Con el torso desnudo y unos pantalones y botas de cuero. La barba era grande y desordenada, lo mismo que el vello del pecho amplio, y de sus brazos poderosos
El hombre salió del tronco del árbol y camino hacia el mago. Con paso rápido se paró frente al mago, y antes de que pudiera hacer nada, lo tomo del cuello. El mago sentía la mano del leñador apretando su cuello. Apenas podía respirar. No podía liberarse porque ni siquiera podía articular una palabra, mucho menos un conjuro.
El leñador tiro al suelo al mago, y sin darle tiempo de nada comenzó a desgarra la capa y las vestiduras del mago. Sorprendido y aun sin poder respirar, vio cómo su capa era reducida a jirones, su pequeña vara con el cuarzo en la punta salió volando y se perdió entre la hierba. La angustia creció cuando el leñador rompió toda su ropa y sus artefactos mágicos se esparcían y se perdían entre la hierba. La arena de las dunas del sueño, el frasco con el agua de los pantanos de la miseria, las hojas de las hierbas que recolectaba en el campo volaban mezclándose con el aire. De repente, cuando pudo articular palabra, se vio tirado en la hierba desnudo. Aún tenía su poder, pero debía poder pronunciar palabras.
La base de la magia son las palabras. De nada sirve tener los objetos mágicos, de nada sirve conocer el conjuro ni tener el poder para desencadenarlo. En necesario pronunciar las palabras. Decir el conjuro es lo que libera la magia. Es lo que hace girar al mundo. Cuando somos niños las cosas adquieren sentido cuando las nombramos. Nuestra realidad se vuelve comprensible cuando la podemos describir con palabras. Los sentimientos se vuelven reales cuando alzamos la voz y los definimos. Tal es el poder de las palabras, que lo que no pronunciamos no existe. Tal es el poder de la voz que si no pronunciamos las palabras el poder no  se desencadena. Debemos pronunciar, de la forma adecuada y con las palabras adecuadas para que la magia surja.
Es cierto, faltaban sus objetos mágicos. Pero los objetos son solo objetos inanimados, que solo tiene la capacidad de hacer magia, porque el mago con su voz libera esa magia. Mientras pudiera hablar, el conservaba su magia, su poder.
El leñador tomo las tiras de tela que quedaban de la capa del mago y le ato las manos al árbol. El mago quedo apenas tocando la hierba del suelo con los dedos. Ahora el mago se hallaba completamente desnudo frente al leñador, y por su cabeza pasaban los conjuros a una velocidad sorprendente, intentando decidir cuál sería el más adecuado. Mientras recuperaba el aliento y su garganta se abría lo suficiente para poder hablar nuevamente.
El leñador comenzó a acariciar el cuerpo del mago. Recorriendo cada parte de su piel. El mago perdió la concentración al sentir el toque de esa mano áspera. Sus pezones se levantaron y su pene se llenó de sangre. A pesar de ser uno de los magos más poderoso fuera de la orden de la alta hechicería, también era un hombre. Y deseaba a ese leñador.
La primera vez que vio al leñador en el bosque frente al lago, quedo sorprendido por ese cuerpo viril y poderoso. El mago practicaba sus hechizos del elemento agua. Y dejo de practicar. Durante días no pudo sacarse de la cabeza la imagen de ese hombre. Su pecho sudoroso y velludo. Sus brazos fuertes, su barba negra y espesa.
El mago soñó un par de noches con él, deseo besar sus labios, sentir esa barba rasposa en su espalda. Sintiendo sus manos callosas recorriendo su piel suave. Lo deseo de tal forma y con tal fuerza que el mismo mago tuvo miedo. Él era un mago poderoso, no debía ceder ante esos impulsos y deseos.
Ahora tenía al leñador frente a él, tocándolo. Casi podía oler el aliento fuerte de ese hombre. El olor a tabaco y cerveza. Casi podía saborear ese sudor de gusto fuerte y ligeramente amargo. Pero no. Eso no podía ser. Estaba en una prueba, tenía que concentrarse.
Solo un hechizo, solo uno lo separaba de su libertad. Intento pronunciar un conjuro pero los labios del leñador ahogaron las palabras. El paraíso se abrió para el mago al sentir ese beso largo y profundo.
El leñador tomo otras tiras de tela y las trenzo en un látigo de una sola cola, y comenzó a azotar al mago. La tela se sentía suave, y el mago se sorprendió porque esperaba dolor, pero en su lugar sintió un sorprendente placer. Su concentración se fue volando.
El leñador se acercó y beso nuevamente al mago que sin saber cómo, de repente se vio atado entre dos árboles. El leñador se puso a sus espaldas y comenzó a azotar su espalda, y sus nalgas. El mago sentía un dolor placentero que iba aumentando con la intensidad de cada azote.
Su mente se debatía entre el placer y un conjuro. Las palabras se rompían en su boca y se esparcían en el aire como gemidos de placer. Pronto el dolor se hizo más agudo y pronto las palabras se rompieron en gritos. Algo pasaba en él. El dolor se convertía en placer y no podía pensar claramente. El conjuro no alcanzaba a formarse.
Su espalda se sintió caliente y la piel le dolía. Entonces el leñador dejo de azotar. Se acercó y paso su lengua tibia y húmeda por la espalda adolorida y enrojecida. El mago soltó un suspiro de placer y la sensación de dolor y de alivio borro nuevamente las palabras de su conjuro.
Antes de poder intentar nuevamente concentrarse, sintió como el leñador ataba sus testículos y ataba a la rama de un árbol el otro extremo. Sus testículos se estiraban hacia arriba produciéndole un dolor cosquilleante que nunca había sentido. Se sorprendió de ver que su verga estaba dura y a punto de explotar. Le invadió un sentimiento de vergüenza. Le daba pena que el leñador se diera cuenta de cuanto estaba disfrutando el dolor y la humillación. De repente recordó que estaba en una prueba, y era seguro que el mago que le dejo entrar a la torre estaría viendo. Se sintió miserable porque ahora ese mago estaría viendo sus deseos más profundos, sabría que deseaba hombres, y que disfrutaba siendo torturado y humillado. La vergüenza cubrió su mente y deseo no estar ahí.
Mientras tanto, el leñador tomo una flor azulada parecida a una copa, y de sus pétalos cayeron gotas de roció que al tocar el pecho del mago, se sintieron como gotas de cera.
La sensación de calor lo saco de sus pensamientos y no hubo tiempo de tener más pensamientos vergonzosos. Las gotas de roció se hacían más calientes y avanzaban hacia abajo. Tocaron sus tetillas, y luego el leñador fue bajando lentamente hacia el abdomen. El mago sentía el calor y el dolor bajando hacia su verga, y pronto la sensación de cada gota cayendo en la piel suave de su prepucio hizo que su mente explorara de placer. Sentía como su verga vibraba a cada gota. Sentía como el líquido caliente resbalaba desde la punta de su verga y caída en sus testículos estirados sin piedad.
El leñador dejo caer la flor y se colocó detrás del mago. Y tomo entre sus dedos las tetillas del mago.
Y la mente del mago voló al cielo.
Sentía la barba rasposa en su espalda, sentía el aliento tibio en su cuello, sentía el pantalón de cuero abultado por la verga del leñador. Sentís los dedos callosos apretando sus tetillas, sentís su verga palpitar por el líquido caliente, sentís sus testículos que vibraban por la tensión de la tela que los sujetaba a la rama.
Y en medio de tanto placer el lugar de un conjuro poderoso, lo que salió de su boca fue un grito potente.
-Hazme tuyo, penétrame, tortúrame, humíllame, hazme tu esclavo. Por favor-
Y entonces el mago eyaculo. Y le pareció una eternidad el tiempo que le tomo a su semen volar por el aire y caer entre la hierba.
Entonces, mientras duraban los espasmos del orgasmo, solo pudo decir con voz suave
-Este soy yo-
Cuando abrió los ojos, el mago carmesí estaba tendido en el piso, en medio de la habitación, y la luz de la luna iluminaba su pecho. Aturdido, se arrodillo sintiendo un poco de mareo, y sintió una mano que lo levantaba. A la luz de la luna pudo ver los ojos del mago negro brillando como dos granos de café. Su mirada era serena.
-Bien hecho-
El mago carmesí le miro sorprendido- Pero, ¿porque?, no he podido hacer ningún conjuro-
El mago negro le entrego un pergamino, y le dijo suavemente. – Este es el pergamino que da fe de tu prueba exitosa, ahora debes ir a la Torre obscura para recibir tu investidura como miembro de la orden. –
El mago carmesí miro el pergamino en su mano. No entendía lo sucedido. Miro a su alrededor, el mago negro ya se desvanecía, como si su cuerpo se disolviera en la negra pared,  y solo escucho su voz
- No hay conjuro más poderoso que aceptar y decir orgulloso lo que eres, No hay prueba más difícil que aceptar tus deseos más obscuros y aceptarte a ti mismo. Ese poder rompe cualquier barrera que tengas ante ti. El poder surge de ti, pero si no te aceptas, tu poder jamás dejara de ser mediocre. El Demonio de fantasía te enfrenta a esa parte que deseas ocultar. Al aceptarte, el poder del Demonio de fantasía se rompió, y ahora tu poder puede alcanzar el máximo nivel.
Por cierto…el leñador sigue junto al lago.
Dicho esto, la sombra del mago negro se desvaneció del todo.




Salf/310717/ver 2.4

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